los dos artículos a continuación fueron publicados en Zarata (Mondo Sonoro)
INTRO:
cuando, el 14 de marzo de 2012 entré por la puerta de Hell Dorado, no tenía ni idea de las vicisitudes que me iba a deparar aquella noche.
en primer lugar aparecieron Pájaro, un grupo que critiqué tan ferozmente después del bolo, que estuvieron a punto de partirme la cara. más tarde, en una visita posterior del grupo a Hell Dorado me reconciliaría con ellos. pero esa es otra historia…
después salieron Legendary Shack Shakers. yo estaba bailando alegremente en primera fila cuando el cantante me tiró de la coleta. entonces tuve un déjà vu. eso ya había sucedido. a estos tipos ya les había visto y ese tiparraco ya me había tirado de la coleta antes. Juan Hell (que lo ve todo) me lo confirmó.
ya en mi casa, me puse a escribir el artículo para Zarata… y todavía no era consciente de que ya había escrito sobre ellos, año y pico antes. cuando fui a guardar el texto vi que ya tenía otro texto con el mismo nombre.
las dos crónicas son de una coherencia que asusta…
Grupo: Legendary Shack Shakers + Juke Box Racket
Sala: Hell Dorado
Fecha: 12.02-11
Estilo: rockabilly, psychobilly, rock&roll
Público: abarrotado
Promotor: Hell Dorado
Noche de celebraciones en Hell Dorado que reabría sus puertas después de una reforma importante. Nuevas oficinas, nuevo backstage, taquilla y guardaropa, y un escenario reformado con un telón rojo oscuro al fondo que le da un toque de lo más elegante.
Así que la convocatoria tuvo eco, y poco a poco la sala fué llenándose hasta la bandera.
Empezó la noche con Juke Box Racket. Los bilbainos herederos de Boogie Punkers presentaban su nuevo trabajo, “Rocking Noise”. La formación con batería, contrabajo, voz y una brillante guitarra comenzó su concierto con un rockabilly clásico y fue avanzando hacia un sonido psychobilly más denso y oscuro. Un buen aperitivo para lo que vendría después.
Legendary Shack Shackers son de lo peor que te puedes encontrar por las calles de Nashville. Especialmente su cantante y frontman, J. D. Wilkes, un elemento cuya presencia en el escenario casi te impide apartar los ojos de él. Canta, toca la armónica, se pone el micro en la garganta o se tira al público, todo ello acompañado por un ritmo endiablado al que ellos mismos llaman “Southern Gothic” y que abarca influencias del hill y psycho billy, punk, noise rock, swing y country acelerado… en fin, quién sabe.
Así que provocaron una reacción inmediata en el público, que empezó con el pogo desde el primer acorde, y no paró hasta el final. Una de esas bandas incuestionables que están reinventando el rock&roll en cada concierto.
Grupo: Legendary Shack Shackers + Pájaro
Sala: Hell Dorado
Fecha: 14-4-12
Estilo: punk
Público: 200 personas
Promotor: Hell Dorado
Empezó la noche con Pájaro, banda andaluza de surf con voz, para mi gusto premioso y un poco aburrido. La guitarra principal y voz están a cargo del propio Pájaro, virtuoso pero lento, y me dio la impresión durante todo el bolo de que la banda estaba por encima de él en ganas de divertirse.
Después, Legendary Shack Shackers empezaron su bolo tocando blues, luego pasaron a un set de country, para continuar con un poco de rock y hillbilly. Su concierto podría explicarse así, si no fuera porque todo ello no era otra cosa que punk.
¿Cómo lo hacen? Vete a saber. Pero mientras está sonando una melodía de un rock sureño que te haría pensar en Lynyrd Skynyrd o en Creedence, lo que te viene a la cabeza son los Dead Kennedys. Y es que, como se ha dicho tantas veces, el punk es una cuestión de actitud.
Y actitud es lo que le sobra a ese impresionante frontman que se llama J. D. Wilkes. Cantando, tocando la armónica, aplicándose el micro directamente a la garganta, desplazándose por el escenario, interactuando con el público… el esfuerzo de apartar la vista y fijarse en el resto de la banda es enorme.
Y eso que tocan, vaya si suenan ese contrabajo y esa guitarra. Así que estos majaras han recorrido todo el camino desde Nashville hasta Alternative Tentacles, desde Howlin’ Wolf hasta Jello Biafra. Y lo sirven en plato frío.
No suelo fijarme en las letras, pero me gustaría saber qué dicen. Por alguna razón, estoy seguro de su contenido político, amargamente crítico con la insoportable atmósfera fascistoide de su entorno social. Y es que no conozco Tennessee, pero tiene que marcar mucho.